martes, 27 de enero de 2015

HACEMOS QUE EL TIEMPO SEA NUESTRO DUEÑO

Vivimos deprisa, nos da la sensación que faltan horas, minutos al día para terminar todo lo que hay que hacer y aunque no sean muchas cosas, vivimos acelerados, y este ritmo frenético es mucho menor en los pueblos, ya que nos evitamos miles de inconvenientes que existen en las urbes y grandes ciudades, atascos, colas, largas distancias de casa al trabajo... pero aún así, viviendo en un pueblo también vivimos deprisa en contra de lo que se piensa.

A los niños, a nuestros hijos les trasladamos las prisas, ¿cuantas veces al día les decimos: "corre que no llegamos", "date prisa, desayuna pronto", "venga, venga que es ya la hora", "¿puedes vestirte más rápido?"......un sin fin de ordenes, mandatos.........transmitiendo que el tiempo corre y no lo alcanzamos.  Pero el ritmo del niño es otro, completamente distinto al nuestro, el niño no tiene prisa, ni agobios, ni preocupaciones de cuantas cosas hay que hacer o de que no le va a dar tiempo. El niño vive en el presente, en el aquí y ahora, disfrutando de lo que hace, de lo que ve, poniendo empeño en vestirse aunque le cueste trabajo y tiempo, en comer saboreando, en caminar viendo, observando sin tener presente en cada segundo lo que va hacer luego.

Os invito a que si anheláis vivir el hoy sin agobios, sin estrés, os concedáis unos minutos a observar a vuestro hijo, o a un niño pequeño cómo vive, cómo juega, qué le preocupa, cómo se viste, cómo habla, cuales son sus inquietudes, sus intereses....que la mayoría de las veces son cosas sencillas a las que nosotros no damos importancia y que por las prisas muchas veces no resolvemos, o contestamos o no hacemos caso. Los adultos, necesitamos echar la vista atrás y reaprender a vivir el momento, la vida con autenticidad, saboreando y disfrutando de cada situación, circunstancia, persona con la que estamos o nos encontramos. Es decir, vivir como si cada día como si fuera el último día.


  


No hay comentarios:

Publicar un comentario